La carrucha de las Tunas
Tantas cosas salieron mal, que no se como comenzar este relato, fue un día de mayo, lindo mes para respirar en la zona norte de Barquisimeto, los insectos salen como veraneantes en las playas, mariposas de todos los colores, todos tipo de hormigas y bachacos, charcos llenos de renacuajos que nadan moviendo su pequeña cola , sapos y ademas de muchísimos otros insectos que no conozco su nombre formando un festival de vida, ese festival del que se ven privadas las ciudades.
Torrenciales aguaceros, un olor a tierra mojada, tan característicos de la época, y el olor de las flores es algo que no se puede describir, araguaneyes, orquídeas y semerucos adornando todos los montes del pueblito.
Eran las 7 de la mañana de aquel domingo de invierno tropical cuando mi mamá me pidió que fuera a hacer unas compras en una de las únicas dos bodegüitas del pueblo, aunque son difusos mis recuerdos, tengo en la mente que se me pidió ir a por 3 bolívares de queso y una papeleta de café. A mi madre le encantaba tomar café y arepas con pan cuando los días eran lluviosos, en camino me encontré con Juan Perinola, quien me recordó nuestra conversación en la noche anterior acerca de la carrucha, me asusté un poco, a pesar que trataba de mostrarme valiente siempre he sido cobarde. La historia de carrucha me había dejado impactado y nervioso. Juan Perinola nos había contado a mis amigos ya el siguiente relato:
“Todos las noches de mayo, cuando la cruz de mayo se ve en el cielo se puede escuchar por las calles del pueblo el sonido de una carrucha que se hace mas fuerte mientras mas cerca de tu casa está, se dice que es alma en pena del abuelo Mariño, quien fue uno de los fundadores del pueblo, el abuelo como se le conocía, solo tenía un hijo y vivía solo con él desde que su esposa murió a causa de la picadura de una serpiente mapanare. El abuelo como todos los conocían a pesar de no tener nietos, durante la pandemia del paludismo era encargado de recoger los muertos en las casas para luego llevarlos a la entidad que se ocupaba de sepultar los cadáveres en fosas comunes, muchos pobladores murieron, en el pico de la pandemia a razón de tres por día. Y fue justo durante ese pico que su hijo Jose Maria Mariño cayó mortalmente enfermo.
Durante la agonía de Jose Maria Mariño el abuelo dejó su oficio de recolector de cadáveres y trato de salvar la vida de su hijo y al ya saber que seria inútil su esfuerzo hizo un pacto con el Diablo, no se sabe a ciencia cierta cuáles fueron los términos de ese contrato con Belcebú, pero lo que se si se sabe es que José María amaneció muerto con la garganta rota y el abuelo ahorcado encima del cadáver de su hijo.
Desde ese dia se puede escuchar todas las noches al abuelo, arrastrando en su carrucha a su hijo muerto, tratando de buscar vidas de niños sanos para que compensen la de su propio hijo muerto.
”
Los niños tratábamos siempre ser uno más valiente que el otro así que habíamos preparado una aventura para comprobar o desmentir la historia de la carrucha, esa noche nos quedamos despierto toda la madrugada y a las 2:45 de la mañana escaparíamos para vernos en la última calle del pueblo, la calle más sola y a su vez donde un terreno baldío plagado de maleza separaba el pueblo de la casa donde se dice vivió abuelo, cuatro éramos los que nos comprometimos a realizar esa temerosa empresa, Antonio, Juan Perinola, mi hermano Arnoldo y yo.
A las 2:30 desperté a Arnoldo y sigilosos salimos de casa por la puerta trasera, que daba al patio y de allí nos escabullimos por el estacionamiento, el cual era de tierra cocotero que estaba justo al lado del dormitorio de nuestros padres, pero logramos salir sin hacer ruidos. Caminamos dos calles hasta la última calle del pueblo y solo había llegado Juan, nuestra intención era encender una velas y con el walkman de Antonio grabar el sonido de la carrucha, para así impresionar a nuestros amigos.
Antonio no llegaba así que tuvimos que ir por el, Juan fue a buscarlo, mientras esperé con mi hermano que llegaran pudimos divisar los cocuyos que alumbraran el terreno que nos separaba del abuelo un espectáculo de lucecitas que junto a lo oscuro de la noche nos hacía sentir como en el espacio mismo.
A falta de 5 minutos para las 3 de la madrugada llegaron Juan Perinola y Antonio, Antonio tenía fiebre y se veía muy mal y Juan solo pudo sacarlo de casa con la amenaza de exponerlo como cobarde con el resto de nuestros amigos. Allí estábamos con todo listo para hacer lo que pensábamos sería solo una travesura, cuando faltaban 2 minutos nos exaltamos al escuchar un ruido metálico a lo lejos pero que rápidamente, muy rápidamente se acercaba en hacia donde estábamos nosotros mire a mi hermano y al igual que yo estaba muerto de miedo, pero pensé que quizás Juan se había puesto de acuerdo para hacernos pasar por cobardes, así que traté de mirar a Juan con naturalidad pero el miedo que pude ver en sus ojos era real, justo en ese momento me di cuenta que no era una broma y que estábamos en real peligro, la carrucha se escuchaba a unos 100 metros de nosotros y un olor a carne putrefacta invadió el ambiente, todos corrimos a casa de Antonio, con tan mala suerte que Antonio resbaló y cayó, pudimos escuchar el sonido de una machetazo y luego como la de un cuerpo que caía en la carrucha, al ya no estar Antonio con nosotros tuvimos que buscar otra dirección a donde ir y mi casa era el lugar más cercano tratamos de llegar allí pero a pesar que le gritamos a Juan que entrara a nuestra casa, no lo hizo y siguió corriendo con dirección a su propia casa, escuchamos a 10 segundo su voz diciendo:
-Carajo, déjame, carajo.
Luego de eso solo se escucho el sonido de la carrucha que se alejaba, nunca más supimos de Antonio, ni de Juan Perinola, muchas personas los días siguientes trataron de encontrarlos, y el rumor que se corrió es que habían muertos ahogados en el “Pozo borrao”, una imponente laguna que tenía varias víctimas.
Nunca hasta hoy me atreví a decir nada, el miedo y quizás las ganas de pensar que nada de esto fue cierto me lo impidió, pero advierto con este relato ya que al carruchero se le ha escuchado en toda la zona norte de Barquisimeto, desde Duaca, Tamaca, Romeral, Las Tunas, El Potrero y Cordero y otros
La historia de la carrucha es una leyenda urbana que se cuenta en la zona norte de Barquisimeto, Venezuela. La historia cuenta que, todas las noches de mayo, cuando la cruz de mayo se ve en el cielo, se puede escuchar el sonido de una carrucha que se acerca a las casas. Se dice que la carrucha es el alma en pena del abuelo Mariño, quien fue uno de los fundadores del pueblo.
ResponderBorrarEn la historia que me pasaste, el narrador cuenta su propia experiencia con la carrucha. Él y sus amigos decidieron investigar la leyenda y salieron una noche a escuchar el sonido de la carrucha. Sin embargo, lo que escucharon fue mucho más aterrador de lo que esperaban.
El narrador cuenta que, cuando el sonido de la carrucha se acercaba, pudo sentir un olor a carne putrefacta. También vio a un hombre que arrastraba una carrucha en la que llevaba un cuerpo muerto. El hombre era el abuelo Mariño, y había venido a llevarse a uno de los niños.
El narrador y sus amigos lograron escapar, pero Antonio y Juan Perinola no tuvieron tanta suerte. Antonio fue capturado por el abuelo Mariño y Juan Perinola fue arrastrado por la carrucha. Nunca más se supo de ellos.
La historia de la carrucha es una historia de miedo y terror. Es una historia que nos enseña que, a veces, lo que creemos que es una leyenda puede ser real.
Aquí hay algunos detalles que me llamaron la atención de la historia:
La historia tiene lugar en un pueblo pequeño y aislado, lo que lo hace aún más aterrador.
El narrador y sus amigos son niños, lo que los hace aún más vulnerables.
El abuelo Mariño es un personaje aterrador, con un aspecto y un olor horribles.
El final de la historia es trágico, con dos niños perdidos.